Ser au pair me llevó a la India 🇮🇳✈️... y sí, seguí cambiando pañales entre templos y curry

Cuando acepté ser au pair, jamás imaginé que mi trabajo me llevaría al otro lado del mundo. Literalmente crucé el charco en las 17 horas de vuelo más largas de mi vida. Pero ahí estaba yo, con mi maleta lista para llenarla de vestidos hermosos y joyería típica de la India. Y te preguntarás... Chely, ¿pero por qué la India? Pues resulta que mi host family era de allá, y como vieron lo mucho que amaba su comida, cultura y música, me invitaron a pasar tres semanas en las tierras del dinguiringui (sí, así bauticé a los bailes de Bollywood 💃).

Entre palacios majestuosos, mercados caóticos y una cultura completamente diferente, seguía cumpliendo mi rol de au pair: cuidando niños, preparando snacks y, sí... cambiando pañales con vistas al Taj Mahal. Porque sí, ser au pair significa que, aunque estés en otro continente, la rutina sigue. Pero esta vez, con un toque de especias y mucha aventura.

✈️ Expectativas vs. Realidad antes de partir

Sabía que viajar a la India iba a ser un choque cultural. Había escuchado todo tipo de cosas: tráfico loco, comida súper picante, calles llenas de gente y vacas paseando como si fueran las dueñas del lugar. Y aunque algunos me dijeron "¡Uy, no! ¿Segura que quieres ir?", yo tenía claro que quería vivirlo todo con mis propios ojos.

Lo más emocionante fue preparar mi maleta. ¿Qué llevar? Vestidos frescos, bloqueador (porque el sol en India es otro nivel) y, por supuesto, mi kit de emergencia con medicamentos para cualquier eventualidad. También investigué sobre costumbres, palabras básicas en hindi y cómo comportarme en los templos. Spoiler: descalzarse es obligatorio en la mayoría de ellos.

🚖 Primeras impresiones: ¡Bienvenida al caos!

Apenas salí del aeropuerto, me golpeó el calor... y el sonido incesante del claxon. Aquí no es "si no te ven, pitas", es "siempre pitas". Además, manejan del lado contrario, y mi primer taxi en India fue básicamente una experiencia de adrenalina pura. Pero, spoiler alert, sobreviví.

El jetlag me pegó con todo, pero la emoción pudo más. A pesar del cansancio, sabía que tenía que aprovechar cada minuto de esta aventura. Mi primera comida en la India fue un chole bhature, un plato con garbanzos en salsa especiada acompañado de un pan frito inflado que parecía una nube dorada. Delicioso, pero ya desde ese momento mi estómago me advirtió que esto sería una montaña rusa gastronómica.

🕌 Lugares que visité y experiencias inolvidables

Uno de mis sueños viajeros se hizo realidad: ver el Taj Mahal en persona. No hay foto que le haga justicia. Cuando estuve ahí, se me erizó la piel. También visité el Golden Temple, un lugar tan majestuoso que parece sacado de un cuento, todo cubierto de oro y con una paz indescriptible.

Luego vino Delhi, la ciudad del caos encantador. Aquí vi de TODO: vacas en el tráfico, rickshaws esquivando coches, mercados con especias de todos los colores y monos brincando por los techos como si fueran dueños de la ciudad. Un festival de contrastes. Además, visité el Qutub Minar, la torre de ladrillo más alta del mundo, y recorrí Chandni Chowk, un mercado lleno de sabores, colores y olores que te transportan a otra época.

🍛 La comida: amor y terror al mismo tiempo

La comida india es un viaje de sabores... y de resistencia intestinal. Amé los samosas, el butter chicken y los parathas, pero hubo cosas que pusieron a prueba mi amor por la gastronomía. (No diré nombres, pero hay ciertos currys que vinieron con efectos secundarios 🤭💨).

Probé dulces típicos como el gulab jamun y el jalebi, que son puro azúcar, pero deliciosos. También intenté comer con las manos como lo hacen allá, y aunque al principio me sentí torpe, después me acostumbré. La clave está en mezclar bien el arroz con los currys y no hacer desastre.

Lo que sí aprendí es que el picante de la India no es como el de México. Aquí pica diferente, y hay que tener cuidado porque un "poco picante" para ellos, para mí fue fuego en la boca. 😅

🌍 Lecciones de vida en otro continente

Aprendí que el arte del regateo es sagrado, que en la India hay que moverse rápido o te empujan, y que la gente puede ser increíblemente amable con los turistas. Pero también que hay que estar alerta y tener mente abierta para disfrutar al máximo.

Me llevé en la maleta muchas cosas: recuerdos, especias, ropa típica, pero sobre todo, una nueva perspectiva de la vida. Ser au pair en India no solo me permitió viajar, sino entender una cultura fascinante desde dentro.

Y sí, India, nos volveremos a ver. Pero esta vez, ¡voy con my Indian boyfriend! 🤭❤️✈️

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